La
moderna e industrializada localidad de Tlalnepantla
fue, en los tiempos prehispánicos y coloniales,
un importante centro religioso.
Al final del Siglo 11 y principios del Siglo
12 tribus asentadas en el Valle de Anáhuac
migraron hacia el norte, hacia en busca de mejores
tierra y clima, y se asentaron en la actual
zona de Tlalnepantla.
El caudillo chichimeca Xólotl, dirigente
de uno de esos grupos, fundó un imperio
en Tenayucan o Tenayuca.
En el nuevo imperio, entre los años 1064
y 1116, se construyeron las pirámides
ahora llamadas de Tenayuca y Santa Cecilia donde
se adoraron distintos dioses.
Tras la Conquista, los franciscanos llegados
a la zona determinaron que era necesario fundar
un templo que les sirviera de punto de partida
para adoctrinar a los paganos indígenas
de Tenayuca.
Después de convencer a los jerarcas indígenas
de la región, los franciscanos dirigieron
la construcción de un templo que llevaría
el nombre de "Corpus Christi", que
significa "El cuerpo de Cristo".
Fueron los franciscanos quienes bautizaron la
demarcación con el nombre de "Tlalnepantla",
que significa "Tierra de en medio".
La fundación del monasterio se realizó
entre la década de 1550 a 1560; en la
construcción del priorato contribuyeron
las tribus de Tenayucan, quienes aportaron la
mano de obra y cantera del cerro del Tenayo,
y los naturales de Teocalhueyacan, que aportaron
cantera gris del cerro de San Andrés.
Durante el Siglo 19, una vez que se consumó
la Independencia de México, Tlalnepantla
fue uno de los distritos más importantes
del Estado de México.
Sin embargo, fue hasta la presente centuria,
en la década de los 50, cuando comenzó
su acelerado crecimiento industrial y demográfico.
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